María Luisa Ruiz-Tagle y su dedicado deambular por la ciudad del Arte
Por Isidora Montero
Motivada por la conexión que le permitía el arte con ella misma y su entorno, la artista chilena cuenta cómo fueron sus inicios, fuértemente marcados por la tutela de grandes maestros de la pintura y el dibujo. Hoy, tras meses de arduo trabajo y exploración, presenta “Deambular”, una muestra que da cuenta de su interés por el otro y los otros a través del óleo,tintas acrílicas y la monocromía.
“Tenía la imperiosa necesidad de indagar en esa parte de mí, la que quería hacer arte y conocer todos sus materiales, técnicas y saberes”. Sin recordar muy bien el momento exacto en su vida en el que el arte apareció y se apoderó de ella, la artista chilena María Luisa Ruiz-Tagle se refiere así a sus inicios en el mundo artístico, en el cual, a lo largo de los años, ha brillado con diversas técnicas, como la pintura, el dibujo, el grabado y la escultura. Bajo la tutela de grandes maestros, como Concepción Balmes, Enrique Ordóñez y Eugenio Dittborn, entre otros, Ruiz-Tagle ha saciado esta necesidad de conocer todo sobre el arte con el paso del tiempo, destacando por su versatilidad, creatividad y compromiso a la hora de conectar con un lienzo y darle vida.
Mirando hacia atrás, Ruiz-Tagle cuenta que esta inmersión en el mundo del arte “fue paulatina, pero al mismo tiempo fue algo que desde chica empezó a interesarme, a pesar de que en mi casa no eran muy fanáticos del arte”. Por distintas razones familiares, en una época de mucho cambio para nuestro país, la artista no ingresó a la universidad a estudiar arte ya que “a inicios de los 80 la realidad politica era compleja. Yo quería estudiar arte o psicología en la universidad, carreras que se estudiaban poco, por lo que era un mundo medio desconocido y controversial para la mirada de mis padres, quienes tenian una historia familiar teñida por la violencia politica y el temor. Su opinion para mi tenia peso, por lo que mi decision tambien estuvo influenciada por este temor”, comenta la artista.
Finalmente, terminó estudiando educación diferencial, “una carrera que igual me gustaba, pero que me obligó a guardar el ‘bichito’ por el arte por un par de años”. Hoy reflexiona y asegura: “ Esos tiempos eran muy sensibles y no tuve quizas la fuerza necesaria que se requeria para estudiar aquello que en esos momentos se manifestaba como algo incipiente en mí y terminé estudiando aquello que, en ese momento, parecia una alternativa mas integrada y segura. Quizás debería haber sido más rebelde y seguir lo que quería, pero aún así logré guardar esa pasión por el arte y explorarla por otras vías”, confiesa.
Habiendo terminado su carrera, la cual ejerció durante varios años, comenzó a ser parte de diferentes talleres de arte, “primero más relacionados a la académia y después, con una amiga, convocamos a la ‘Conchita’ Balmes para que realizara un taller con un grupo de gente. Recuerdo que esta amiga tenía un taller grande en donde nos reuníamos con la ‘Conchita’ para que nos hiciera clases”, rememora con mucho cariño Ruiz-Tagle.
Desde allí, la artista no paró hasta saciar sus ansias de conocer todo sobre el arte, desde sus diferentes técnicas, hasta la experimentación personal: “Realmente no sé cómo lo hacía ya casada, con hijos chicos. Tomé varios talleres y cursos en la Universidad Católica, entre ellos de dibujo con Pedro Villar y escultura con Enrique Ordóñez, y asistía a pesar de estar pendiente de la casa, los niños, el trabajo y la vida en general. Una parte de mí necesitaba investigar los materiales y saber hasta donde podía llegar con ellos”, explica. Desde siempre se recuerda revisando los libros de arte que habían en su casa o dibujando “en las orillas de mis cuadernos del colegio. El monstruo del arte siempre estuvo ahí, intentando salir por algún lado, y cuando ya estaba estudiando arte fue como darme cuenta de que por fin estaba saliendo y explorándose”, asegura.
Partiendo por la pintura, y más tarde el dibujo y la escutura, Ruiz-Tagle comenzó su camino por el arte, compatibilizando su vida artística con la que ya había empezado junto a su profesión y su familia. Sin embargo, tras mudarse a Estados Unidos, la artista comenzó a darle al arte un espacio más grande: “Al principio, como nos estábamos acomodando, no tenía un espacio para dedicarle a mis creaciones, pero recuerdo haber colocado un atril en mi pieza y empezado a experimentar con el acrílico, para que no le afectara el olor a mi familia y a mis hijos. Al poco tiempo, como no tenía tanto trabajo y estábamos en una ciudad chica, ingresé a la universidad y estudié grabado. Fue allí cuando comencé a experimentar y me armé de una malla como artísta, con todas las técnicas posibles”, explica Ruiz-Tagle.
Sin embargo, a pesar de manejar diversas técnicas, la pintura es, sin duda, la vía predilecta de la artista nacional a la hora de crear. Al momento de definir su estilo, ella explica que “no es abstracto, tampoco muy evidente, pero siempre intenta ser figurativo, porque a través de la pintura intento dar con otras realidades, distintas a la mía, y conectar con ellas”. En ese sentido, confiesa que su pintura “siempre ha estado relacionada a las personas y a la calle, ya que de alguna manera pintar personas me acerca a ellas, capturando sus detalles, sus esencias, quienes son”, sostiene.
Lo que comenzó como un desafío, en el que Ruiz-Tagle se propuso dibujar personas en un croquis durante sus diversos paseos por la calle, se transformó en una “especie de obsesión: le pedía a las personas posar, a otras simplemente las dibujaba mientras hacían su vida en la calle, y comencé a llevarme la calle al taller, primero a través del dibujo y más tarde llevándolo a la pintura, con la ayuda de la fotografía”. Fue así como, Ruiz-Tagle comenzó a fotografiar personas en la calle, transformando esas imágenes en numerosos dibujos y óleos.
Pero como siempre, la innovación en la técnica no podía ser agena al trabajo de Ruiz-Tagle. Motivada por Eugenio Dittborn, “quien me decía que la técnica es el vehículo a través del cual yo expreso mi arte y que a veces había que dejar el color para que esta aflorara”, la pintora comenzó a trabajar la repelencia del agua y los aceites, y cómo hacer para que este efecto se fijara y no se descascarara en la pintura. Para centrarse en la técnica, comenzó a trabajar con el blanco y el negro, “junto con velas, papeles y telas” que había traído en uno de sus viajes, “y fue entonces, cuando me dí cuenta que había algo especial en esta colección, entre la técnica y las personas que iban apareciendo en cada cuadro”.
Formatos grandes y pequeños fueron dando forma a esta muestra, que fue titulada por la artista como “Deambular”, inspirada en el concepto de le flâneur de Baudelaire. En ella, “hay personas de distintos países, pintadas de forma separada, en diferentes lugares del mundo, pero que en el plano pareciera que estuvieran interactuando entre ellos, integrándose en un solo cuerpo, una sola multitud”, explica la artista. A través del blanco y el negro “desaparecen los distractores que hay respecto de la figura humana. En el caso de las multitudes, en ellas se ven una serie de puntos, que a su vez se desintegran en individuos. Y así como se desintegra la multitud, también se desintegran las personas, todo a través de la técnica”, desarrolla Ruiz-Tagle.
“Deambular” pronto se encontrará con cientos de personas que la inspiraron, ya que se prepara para ser mostrada ante el público durante este y el próximo año. La artista confiesa que “he expuesto varias veces de manera colectiva, pero solo una vez de manera individual, cuando expuse mi colección “El Circo” en Galería La Sala, por lo que estoy muy nerviosa de mostrarme nuevamente ante los espectadores”. Y es que esta muestra tendrá gran protagonismo en la escena cultural, tanto en Chile como en el extranjero, ya que será exhibida durante el segundo semestre de este año en el Centro Cultural de Las Condes y en la Corporación Cultural de Valparaíso, para luego viajar a Lisboa a principios de 2024, una exposición que quedó “congelada desde la época más dura de la pandemia y que por fin se podrá concretar”, cuenta Ruiz-Tagle.
Con una treyectoria y talento indudables, hoy María Luisa Ruiz-Tagle ve el arte como “un elemento súper salvífico, una especie de rescate del mundo banal que me cuestiona, me interpela, para encontrar a mi propio ser. Es un elemento que me ayudó a buscarme, que me llenó. Más allá de buscar un objetivo, el arte simplemente te da la oportunidad de dejar fluir lo que llevamos dentro, un disfrute constante”, concluye.
Santiago de Chile, 2023.